Qo 1,2; 2,21-23 / Sal 90 / Col 3,1-5.9-11 / Lc 12,13-21
[3 de agosto de 2025 / XVIII Domingo del Tiempo Ordinario]
¿Y si se dejara de rezar solo para que las cosas simplemente sean y se empezara a rezar por cosas realmente grandes? ¿Y si se dejara de desear solo tranquilidad y se empezara a soñar como sueñan los niños? ¿Qué pasaría si dejáramos de rezar, soñar y desear solo a la medida de nuestros miedos, y empezáramos a rezar, soñar y desear a la medida de nuestro corazón? ¿Seríamos más felices? Una cosa es segura: en ese caso, el evangelio de hoy no se aplicaría a nosotros. Jesús reacciona con mucha firmeza ante la petición de un hombre que, muy probablemente, fue ignorado o al menos tratado injustamente en la repartición de una herencia. Parece que en esta petición no hay nada incorrecto. Es un intento de recuperar algo de justicia. Al fin y al cabo, este hombre es hijo y, por lo tanto, le corresponde la herencia. Jesús, sin embargo, muestra claramente que, además de los asuntos que ocupan al ser humano aquí en la tierra, hay cuestiones mucho más importantes, incluso más que la herencia familiar. Este hombre se presentó ante Jesucristo, se presentó ante la Palabra Encarnada que, pronunciada por el Padre, creó todo el mundo. Se presentó ante Aquel que lo puede todo, quien sanaba no solo el cuerpo, sino que, perdonando los pecados, sanaba también el alma. Este hombre se presentó ante Jesucristo y pidió ayuda en la división de los bienes. Jesús pregunta: ¿En serio? ¿Solo te importa eso? ¿No quieres pedir algo mayor? ¿Es ese el deseo y la petición a la medida de tu corazón? ¿Y la eternidad? ¿No quieres pedir la vida eterna? Con tal oportunidad, estando ante Jesucristo, ese hombre pide algo que lo une aún más a este mundo y no al cielo. Isaac de Nínive escribe que a menudo, en la oración, nos comportamos como un campesino que fue recibido en audiencia por el rey. Fue la oportunidad de su vida. Y cuando se encontró en presencia del gobernante, le pidió un quintal de fertilizante para su campo. Habría podido pedirle de todo, y le pidió… fertilizante para su campo. ¿Qué es lo que pido cuando me presento ante Dios? ¿Pido paz santa o cosas grandes que me hagan rico ante Él?
[Traducido por Zuzanna Szczepaniak]
Oceń